Un programa liderado por la ONT mejora la cifra de donantes en 7,5 puntos en sólo tres años
FERMÍN APEZTEGUIA
MADRID. «En el año 1992, nos convertimos en líderes mundiales de la donación de órganos. Llevábamos sólo tres años desde la puesta en marcha de nuestro programa de trasplantes y muchos países nos miraban de reojo. No se fiaban de los resultados que habíamos obtenido. Pronto descubrieron que si nos habíamos convertido en una referencia internacional no sólo era porque hacíamos bien el trabajo, sino también por nuestro deseo permanente de innovar». El director de la Organización Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz, valoró ayer con estas palabras los resultados obtenidos con el programa Accord para el fomento de la donación de órganos
en la Europa comunitaria, promovido y liderado por España. En sólo tres años, los 23 países que participan en esta iniciativa han incrementado las donaciones en una media de 7,5 puntos. El intercambio de buenas prácticas entre unos y otros también ha permitido a España mejorar aún más su servicio, al introducir en este tiempo un nuevo tipo de donación hospitalaria dirigida a los pacientes que mueren por fallos cardiacos. Los especialistas la denominan ‘en asistolia controlada’ y se hizo por primera vez en un centro vasco, el hospital Araba de Vitoria. La Comisión Europea, a propuesta de la Organización Nacional de Trasplantes española, se propuso en
2010 el doble reto de mejorar la disponibilidad de órganos en la Unión europea y fomentar la colaboración entre países. «Había que tomar medidas, porque más de 6.500 ciudadanos europeos se encontraban en lista de espera y esa cifra, que supiéramos, era y es sólo la punta del iceberg del desafío pendiente. La demanda crecerá, además, irremediablemente en los próximos años, como consecuencia del envejecimiento de la población», vaticinó ayer la directora general de Salud y Seguridad Alimentaria comunitaria, Helene Le Borgne, en la jornada celebrada en Madrid para la presentación de resultados del proyecto Accord. La iniciativa ha permitido poner en marcha registros de donantes en los 23 países participantes –no en todos lo había– e introducir nuevas formas de trabajo para una gestión más eficaz. En todos los casos, con el modelo español como referencia, «dado su liderazgo mundial y experiencia».
Sube la tasa en 21 países
Los 9.206 donantes contabilizados en 2010 se convirtieron tres años después en casi 10.000, lo que ha supuesto pasar de una tasa de donación por millón de habitantes de 18,3 a 19,5. «En este periodo, ese dato, que nos permite saber si estamos haciendo las cosas de manera correcta, ha mejorado en 21 países de la UE, y en 7 de ellos con un aumento significativo de 4 puntos, que fueron Bélgica, Croacia, España, Finlandia, Malta, Noruega y Reino Unido».
¿Cómo se ha logrado este cambio? Fundamentalmente, a través de tres vías. Por un lado, un equipo de especialistas británicos se cupó de analizar el papel de las Unidades de Cuidados Intensivos en el proceso de donación para ver, basados en el ejemplo español, qué debía seguir haciéndose, qué no y qué convenía mejorar. Con el mismo objetivo, un grupo holandés estudió la seguridad de los procesos de donante renal vivo; y un tercero, con base en Francia, desarrolló lo que se han llamado programas de hermanamiento entre países comunitarios, que buscan facilitar la puesta en marcha de las directrices europeas en todos los estados, especialmente en los que necesiten más apoyo. Un panel internacional de expertos formado por tres reconocidos especialistas –el estadounidense Francis Delmonico, el británico Peter Doyle y el suizo Philippe Morel– se ocupó de supervisar la calidad del trabajo realizado.
El estudio sobre el protagonismo de las unidades de cuidados intensivos en la donación contó con la participación de 67 hospitales de 1 5 países, que analizaron las historias clínicas de 1.670 pacientes fallecidos en un plazo de seis meses por muerte cerebral. España aportó a este trabajo 17 hospitales, entre ellos el de Cruces en Bizkaia. Fruto de esa investigación, se ha descubierto que «sólo el 23% de los posibles donantes acabaron finalmente donando sus órganos», destacó Matesanz. El margen de mejora resulta evidente.
Mejorar la coordinación
En el caso de nuestro país, los expertos europeos destacaron la necesidad de mejorar el servicio prestado en dos ámbitos. Dentro de los hospitales, es preciso establecer una mejor coordinación entre los equipos de intensivistas y los que atienden a pacientes en estado crítico en otras áreas como las urgencias, la neurocirugía y la neurología. En las tres, mueren cada día muchas personas que pueden ser potenciales donantes de órganos.
Los autores del estudio dan cifras de esta realidad: un 8% de los posibles donantes de nuestro país nunca ingresan en una UCI. «En un hospital como el de Valdecilla (Cantabria), puntero en trasplantes, todos los profesionales sanitarios están muy involucrados con la donación. No siempre ocurre así, pero en España, en general, los médicos, sean de la especialidad que sean, están muy concienciados», valoró el coordinador de trasplantes de Cantabria, el especialista portugalujo Eduardo Miñambres, motor de Accord en España.
Existe también un importante grupo de donantes potenciales que se pierde debido a que «en la mayoría de los centros hospitalarios» no
hay programas específicos para llevar a la práctica la denominada donación en asistolia. Esta técnica, que se practica a los pacientes a los que se les para el corazón en el quirófano de manera repentina y todos los intentos de reanimarles resultan infructuosos, tiene la ventaja de que permite disponer de golpe de distintos órganos y salvar varias vidas.
El hospital Araba de Vitoria fue el primero de España en intentar este procedimiento, que después se ha ido extendiendo por más de 40
centros. «La ONT –explicó su director– ya ha adoptado medidas para optimizar las donaciones en estas dos áreas este mismo año». En los cuatro primeros meses de 2015, la cifra de donantes había aumentado ya un 14% con relación al mismo periodo de 2014 y la de trasplante un 12,9%.
«Las donaciones han crecido pese a bajar un 20% el gasto sanitario»
Rafael Matesanz
Coordinador de la ONT
Considerar la donación como parte del proceso del final de la vida, opina, «es el cambio de
mentalidad más grande que se ha dado en el mundo en diez años»
:: F. APEZTEGUIA
MADRID. El coordinador de la Organización Nacional de Trasplantes, director del programa comunitario Accord, se siente orgulloso del trabajo realizado en los tres últimos años. «Ha sido enorme», afirma. Aunque los resultados son espectaculares, añade, «con las listas de espera nunca se acabará».
– ¿Era posible mejorar «el mejor sistema del mundo»?
– Siempre es posible mejorar. Junto con los ingleses, que son quienes más han colaborado con nosotros, descubrimos que había una forma muy distinta de ver el final de la vida en el norte y en el sur de Europa. En el norte, cuando ven que un paciente no tiene salida, lo dejan. En el sur, aunque el desenlace final sea el mismo, siempre se intenta algo más.
– ¿Por qué cree que ocurre así?
– Los países del sur, quizás movidos por la idea católica de ‘mientras hay vida hay esperanza’, acababan llevando a sus pacientes a la UCI. Eso nos favorece, porque los médicos intensivistas están formados para favorecer las donaciones – ¿Para qué ha servido todo esto?
– Para desarrollar un procedimiento de detección de posibles donantes y mejorar el proceso. En España ya lo hemos implementado.
– ¿Los médicos de pacientes terminales están más concienciados con la donación?
– En España, sí, porque dimos un salto filosófico fundamental al considerar la donación como parte de los cuidados de una persona al final de la vida. Es el cambio de mentalidad más grande que se ha dado en el mundo en diez años.
– ¿En qué medida el proyecto Accord acabará con las listas de espera?
– Es imposible. Con las listas de espera nunca se acabará.
– Algo se podrá hacer por mejorarlas.
– Pueden mejorarse y los resultados que mostramos hoy son espectaculares. En lo que llevamos de año, hemos mejorado un 14% las donaciones y casi un 13% los trasplantes. Hace años esto parecía imposible, porque creíamos que habíamos tocado techo con los accidentes de tráfico y otra serie de circunstancias.Pero puede hacerse.
– ¿Cómo?
– A través de dos vías. Con donantes en parada cardiaca y mediante una mejor coordinación entre los equipos de intensivos y los de las emergencias, las unidades de ictus.
Vasos comunicantes
– ¿El plan de la hepatitis C, que evitará muchos trasplantes de hígado gracias al empleo de nuevos medicamentos, no reducirá la lista de espera?
– No crea. Esos hígados se dedicarán a otros pacientes. Ya ha pasado en otras ocasiones. Hay un efecto de vasos comunicantes. El virus de la hepatitis B era una plaga y al desaparecer se dedicaron hígados a pacientes con tumores hepáticos.
– Pero con esos ya cuentan ustedes,
¿no?
– Hay una epidemia de hígado graso (el paso previo a la cirrosis) a punto de estallar. Es la mayor amenaza para los países esarrollados como consecuencia de la mala alimentación.
– ¿Cómo está la mortalidad en lista de espera?
– Los vitales, corazón, pulmón e hígado, tienen una mortalidad del 5% ó 6%. El riñón es diferente. Sólo son candidatos a trasplante el 18% o 20% de los pacientes.
– ¿Y la supervivencia?
– La persona que más tiempo lleva trasplantada en el mundo es una mujer que recibió un riñón de su hermana gemela hace 54 años. Un caso excepcional. En España, la media es de más de 20 años.
– ¿Qué ha cambiado para que ahora se permita a la fundación alemana DKMS operar en España?
– Han variado dos cosas. DKMS tienen
permiso, como tuvieron desde el principio, para hacer publicidad. Lo que no pueden hacer, y nunca podrán, es captar donantes. Esa es una competencia única del Ministerio de Sanidad, que gestiona en exclusiva la Fundación Carreras.
– La polémica sirvió, al menos para mejorar la donación.
– Que podamos conseguir más donantes no necesariamente se traduce en una reducción de las listas de espera. El plan de médula, además de captar más donantes, ha permitido una reorganización completa del sistema.
– España es un caso curioso. Aumentan las donaciones incluso en tiempos de crisis.
– Sí, suele ser al revés. El sistema se ha fortalecido incluso a pesar de haber descendido un 20% el gasto sanitario.
Eso revela el grado de colaboración del personal sanitario y de la población en general. Hay que quitarse el sombrero.
LAS CLAVES
Retos del futuro
«Hay una epidemia de hígado graso a punto de estallar por la mala alimentación, harán falta
muchos hígados»
El ejemplo español
«La colaboración del personal sanitario y la población en general es para quitarse el sombrero»